sufren los santos, más aliento recibirán. Aun sus desánimos contribuirán a este aliento, abriéndoles la puerta de la esperanza. Entonces, si por la promesa el valle de Acor es la puerta de la esperanza, ¿por qué vamos a desanimarnos, independientemente de cuál sea nuestro valle de Acor o nuestro estado? Un cristiano que ora nunca podrá estar abatido, cualquiera que sea su estado, porque tiene a Dios que le escucha, al Espíritu que mora en él dirigiendo sus deseos, un Amigo en el Cielo que los presenta
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